«Tengan cuidado ahí fuera»

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Juanma Moreno, séptimo presidente de la Junta de Andalucía, sexto sin contar el período preautonómico. Foto de la cuenta personal del Twitter de @JuanMa_Moreno

En el intervalo de tiempo que arquea dos veces la ceja izquierda, Arenas -al que le dan la enhorabuena a la entrada, como a los suegros en las bodas- ya ha ubicado a todo el espectro parlamentario, ujieres incluidos y hasta a Sor Úrsula, el fantasma del antiguo Hospital de las Cinco Llagas. También a los periodistas. «Te había visto fuera y no nos hemos saludado», señala, entre la advertencia y el halago. Arenas, de hecho, es un maestro en el arte del mantener el equilibrio entre el palo y la zanahoria. «También te he visto a ti, ni lo dudes, y también sé quién eres tú (o como poco, tiene que parecer que sé quién eres tú porque aunque tú no te creas importante, o sí, para mí todo detalle es importante y, en el peor de los casos, por si acaso)», sería la traducción libre a las freudianas maneras. Arenas, que por momentos mira al infinito de sus adentros como un matemático buscando el origen del cero, se sienta al lado de José Caballos, con trienios en el Parlamento como para llamarle John Horses y encargarle una banda sonora a Ennio Morricone. Dos cabezas privilegiadas al lado. Caballos fue quien mandó al destierro de Madrid a Susana Díaz cuando ésta todavía no tenía consejeros áulicos, áureos ni máximos que alimentaran su mesianismo. Del combate federal con Pedro Sánchez a esta parte, a Susana le pasó lo que a Cuéllar en el Betis. Se fueron o se quisieron ir -que no es lo mismo, pero es igual- y a la vuelta ya no eran los mismos a ojos de la gente porque, de hecho, no eran los mismos. Lo escribió Sabina y lo cantó mejor que nadie Ana Belén: «En Macondo comprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver». Susana Díaz, acebrada y hermosa como una Dolorosa, entró por un lateral del Parlamento, en un principio desapercibida, a las 12 horas y 27 minutos, hablando de «responsabilidad» y presentándose como «la garantía de la defensa de la igualdad». Dos minutos antes, a las 12:25 horas, Juanma Moreno apareció en escena, arrullado por un enjambre de medios, mostrándose «muy ilusionado» en «un día para la esperanza y la ilusión». Cientos de personas, mujeres en su mayoría, alentadas por el PSOE, Podemos, IU, los sindicatos y colectivos sociales y hasta por el Gobierno en funciones, ya protestaban a las puertas del Parlamento contra la «dictadura patriarcal». «No era el momento»,  señaló Moreno.

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El «agravio» de la PAC is blowing in the wing

La confluencia comunista apuntó a la inquietud socialista como uno de los motivos de su unión. Igual que la respuesta en la canción de Bob Dylan, el mensaje del «agravio» a Andalucía con la Política Agraria Común (PAC) ya está flotando en el viento. El argumentario ha entrado en precampaña con relativo éxito. Hay reclamos electorales que, como los agujeros negros, aparecen y se esfuman. La deuda histórica, por ejemplo. Otros, igual que los zapatos que se compran en los chinos, apenas dan para una temporada. El mensaje de fondo a trasladar al votante, sobre todo agrario, y que corre a más velocidad que el SMS de «Pásalo» en 2004 gracias a las redes sociales, es: «Rajoy maltrata a Andalucía». La PAC, beneficiosa o perjudicial, pasa por una de las políticas más importantes y un elemento esencial de la UE. El mensaje, no obstante, se dirige a Rajoy, cuyo Gobierno en cuatro años ha dejado a través de los diversos sistemas de financiación fondos superiores al Presupuesto más expansivo de la Junta este tiempo (más de 31.000 millones). Agravio a los agricultores andaluces, y más aún «a los que menos ayudas reciben», se repite.

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